Un corazón más para la cadena de corazones

Mi día, domingo 10 de junio 2012,  comenzó con un bello sentimiento de alegría.   Temprano recibí  un email donde una persona muy querida, me informa que recibió un corazón.  Ella lo esperaba desde hace meses.  Se trata de una madre que perdió a su hija en diciembre 2011.

 En febrero 2012, ella y yo, tuvimos la oportunidad de compartir varias horas, conversando sobre la comunicación con los espíritus.  Ella acababa de leer Corazones que Susurran desde él Otro Lado. Aunque ese día, sentimos la presencia de su hija, y posteriormente se recibieron varios mensajes por parte de ella,  la alegría  de recibir una demostración tangible de amor, directamente del ser querido en el otro lado,  es inmensurable.

 Es otra madre, que tiene el consuelo de sentir que su hija sigue cerca de ella y se lo demuestra.  Es otra persona en la tierra, que recibe un símbolo de amor enviado por su ser querido, desde el otro lado.

 Para mí, ser parte de esta senda de corazones, es un sentimiento invaluable.

 Desde que se inició la distribución de Corazones que susurran desde él Otro Lado,   la historia de Betsa ha ido tocando las vidas de las personas.  Es un toque mágico.  Es inexplicable.  Son muchas las personas que  han ido recibiendo símbolos de sus seres queridos. Otros lectores  reciben sueños, o mensajes, o sensaciones; algo que les hace saber que sus seres queridos siguen con vida en el otro lado.

 Se que ha habido personas que han recibido sus corazones, antes de que Betsa se marchara de la tierra; sin embargo el porcentaje de corazones enviados por Betsa a familiares y amigos es un caso excepcional.  Usualmente, las historias anteriores a la de Betsa,  que he conocido,  son de algunos  corazones a una persona, en una familia. Betsa ha dejado un promedio de docenas en cada casa de familiares e inclusive de sus amigas cercanas. Para mi, Dios y los Ángeles, le han permitido hacerlo,  para dejar evidencia irrefutable, de que la muerte no existe, para darnos la esperanza del reencuentro con los que se marchan. Para que su historia pudiera ser contada y sirviera de ejemplo de lo que sucede.  La seguridad y confianza que su relato trasmite a los demás, aligera y facilita el contacto entre las personas y sus seres queridos.

 Adicionalmente, tengo varias personas, que han leído el libro, han creído ciegamente en su mensaje, han asistido a los Talleres del Amor y  han sentido la conexión especial con el otro lado.  Algunas de estas personas han recibido entre 3 y 20 corazones por grupo familiar.

 Cada nuevo corazón es para mí una confirmación,  que la misión de Betsa y los Ángeles que la acompañan, es una bendición de Dios.  La necesidad de consolar a sus padres, su hermana, demás familiares y amigos, la hizo ir por una senda de amor.  Ese sentimiento que impregnó el primer libro y lo hizo abrirse camino fácilmente en las librerías y llegar a los lectores que lo necesitaban.  Ese sentimiento que toca el alma de quien lo lee.  Es un mensaje simple y sencillo, que sin embargo, tiene el gran poder de abrir las puertas de otras dimensiones.

 El mismo día que terminé este artículo, le escribí a mi amiga y editora, Ximena Sarmiento, preguntándole si deseaba ayudarme con el segundo libro.  Su tiempo está bien complicado  y me preocupaba si ella podría hacerlo. Me contestó rápidamente un «por supuesto» y decía: <te anexo la respuesta>.  Era la foto de un corazón lindo y perfecto, hecho en la superficie de un huevo cocinado, recibido por ella. Inmediatamente, reabrí el borrador del libro para agregar esta nueva señal que vino desde el otro lado.

 Los lectores que perciben el amor y la sinceridad de la historia, aquellos que rezan y tratan de  aceptar la voluntad de Dios,  alcanzan una serenidad, donde les es más fácil percibir y recibir los símbolos que nos pueden enviar desde el más allá.

 Oro por que cada uno de los que pierden a un familiar o amigo, puedan tener una demostración de que ellos viven en otro plano, en un lugar hermoso, desde donde nos miran y envían su amor.

 Le doy gracias a Betsa y a los Ángeles,  por haberme hecho parte de su misión.  Gracias a Dios por permitirme ver y  testificar que estas cosas sucedan.  Gracias a todos los que han asistido a los Talleres, a los que han leído el libro, a los que me envían los corazones que reciben desde el otro lado.  Todos ellos me han ayudado a crecer espiritualmente y hacen mis días plenos de la satisfacción de sentirme útil a la humanidad.

 La vida es eterna, el espíritu es inmortal.

 María Rosario Rowan

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