En el 2011, recibí un mensaje por Twitter que decía: <Me estoy muriendo, estoy asustada, ayúdame>. Era una persona desconocida para mi, una joven con cáncer, que en ese momento estaba recibiendo quimioterapia y no sabia su futuro. Mantuvimos conversaciones por varios meses, e inclusive conversé con su doctora. Poco a poco, la tranquilidad junto a la superación de la enfermedad le fue llegando a su alma.
Nunca he olvidado el impacto de leer ese mensaje triste y fuerte. Fue el primero pero no el único, que he recibido en condiciones similares durante los últimos años.
Por lo que he aprendido, no es fácil para nadie, oír un diagnostico final y mucho menos, vivir cada día pensando cuál será el último. Y lo que, usualmente, más duele es que frecuentemente, no tienen adecuado consuelo en los familiares y amigos cercanos.
He sido de las personas, bien tontas, que dicen no tener miedo a la muerte, por que simplemente, se que no duele, que es rápida, fácil y por supuesto, que nos lleva a un hermoso sitio donde todo es felicidad y Amor. Conozco a otros tantos que dicen lo mismo. Todos, incluyéndome, hemos sido unos absurdos y necios en ese concepto. Nadie sabe, ni yo, como reaccionaremos al oír un diagnóstico fatal.
La realidad es que cuando le toca a una persona, oir el diagnóstico medico de que su vida se acaba, el primer momento siempre puede ser de entereza y repetir: estoy bien, he vivido feliz y puedo irme tranquilo (a). Sin embargo, al pasar los días, entra el temor a lo desconocido, y sobre todo la tristeza y pesar de dejar la maravillosa vida que tenemos en la tierra. Abandonar familiares y amigos. Por supuesto, siempre hay excepciones a la regla. Conozco algunas personas, cercanas, que han llegado a la longevidad, han tenido una vida llena de armonia, se despiden de sus familiares y amigos y se duermen para hacer su viaje final.
Lo mas lamentable de la situación de las personas enfermas, próximas a su final, es tener que oír y compartir las frases y creencias absurdas de los que lo rodean. Opiniones de personas sanas que no tienen idea de lo que se siente cuando se piensa que esta llegando lo que llaman muerte.
Mas de una vez, un familiar o amigo de un enfermo me ha dicho, por ejemplos:
. Que absurdo que fulanito (a) esté gastando en x cosas, a estas alturas.
. Que ridiculez estar pensando en organizar x cosa cuando sabe que no tiene tiempo.
. Que increíble como fulano (a) se aferra a la vida, en lugar de marcharse y dejar de sufrir.
. Fulanito (a) no ve que tiene a toda la gente a su alrededor sufriendo por no querer irse tranquilo (a).
. Como se le ocurre a fulanito (a) gastar tanto en tratamientos si sabe que no hay remedio a lo que tiene.
Estoy segura, querido lector (a) que mas de uno de ustedes debe haber oído frases similares, referente a un familiar, amigo o conocido que está enfermo. Y cómo duele para esa persona, adicional a su tortura interna, el lidiar con los consuelos inusuales de otros, que no necesariamente lo hacen por dañar, al contrario, aman y creen que están en lo correcto.
A esas personas, no les ha tocado el miedo de sentir en vida propia, el oír una doctor que diga:< No te queda mucho tiempo. Tienes esto o aquello….> La mente le repite: <te llegó la hora>
Aunque lo pienses, analices, y creas que tienes el control de la situación, cuando te toca, es completamente diferente a lo que habías pensado. Creo que debe haber muy pocos seres en el planeta que puedan saber como se van a sentir ese día y de verdad, vivirlo en la forma que lo habían imaginado.
En los hospitales de Estados Unidos, por ejemplo, no le permiten a los voluntarios que desean acompañar a los enfermos, el comenzar su labor, sin haber participado en un entrenamiento adecuado. De esa manera aprenden a guardar sus propios sentimientos, a pensar en la situación del que está en la camilla, y a dar las respuestas adecuadas que no afecten la paz interna y emocional del que padece.
Querer ayudar a los que se van, es una bella labor, sin embargo, se que no es fácil, no es sencilla y si no se hace con la forma correcta, se puede hacer sufrir en lugar de consolar.
Una de las recomendaciones generales, que podría decirles, al que visita un ser enfermo, es que a veces es mejor dar compañía, y estar en silencio que visitar y conversar sin parar, creyendo que podemos dar consuelo con nuestras palabras. Si el paciente lo desea, leerle libros que traten de la existencia después de la vida terrenal. Hasta ahora, he visto una reacción muy positiva de los enfermos que han leído Corazones que susurran desde él Otro Lado. Sienten algo de optimismo al saber que la vida continua después de lo que llaman muerte.
Cuando no sepa que hacer, el silencio, su presencia y el Amor serán el mejor apoyo que le puede brindar a un enfermo terminal. Si el desea hablar, escucharlo sin juzgar ni criticar. Estar rodeado de Amor es la mejor medicina para dar paz interna a un ser que debe dejar este plano para ir en busca de la eternidad.
Con bendiciones de corazón,
María Rosario Rowan
Este es un tema que muchas personas evitan hablar, sabiendo que tarde o temprano nos tocará partir de éste plano. El Silencio, una Plegaria o Meditacion, son como bálsamos que nos reconforta y nos llenan de Fé y Esperanza.
Un abrazo en Luz,
Luis Guillermo.
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Estimado Luis
Gracias por siempre leer el blog y tus acertados comentarios. Al leerte, me di cuenta que me falto agregar algo importante que
mencionastes, como son la plegaria y la meditación. Imprescindible tenerlas presente y no dejarlas de lado en situaciones
de tristeza, enfermedad y ausencias.
Bendiciones y afectos
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